A mis 14, emprendí el primer vuelo, el destino una carrera universitaria con patrocinio público y grandes sueños de conocer y aprender. A mis 32 despego de nuevo, sólo que ahora en busca de un logro profesional, pretender destacar y con patrocinio propio.
Vuelven a mi mente los días de carencias, los días de soledad y los días de disfrutar la libertad y de conocer y aprender de nuevo muchas cosas en la ciudad más grande del mundo.
Afortunadamente, la vida me sonríe y todo va marchando mucho mejor de lo que me imaginé. Encuentro buenos amigos, encuentro familias sólidas y encuentro una población que ante sus problemáticas se levanta todos los días para trabajar y disfrutar un café aunque sea de una tienda de conveniencia.
Me encuentro con un trabajo con grandes retos, donde se pone a prueba mi paciencia, mi diplomacia y mis capacidades previamente experimentadas. Es un trabajo lleno de satisfactores, que sin duda mantendré con mucho cariño.
Por otro lado, me enfrento a pruebas, me enfrento a la adrenalina pura de un encuentro sin sentido en donde yo no pedí involucrarme. Sin embargo, el echar mano de mi radicalidad me ha fortalecido y me ha permitido distinguir cada uno de los riesgos.
Sólo hace falta iniciar un deporte, continuar leyendo uno de los mejores libros y no dejar de ser quien soy.
WB.
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