miércoles, 21 de noviembre de 2012

Mundo

De repente, un día me encuentro aquí. En auténticamente cuatro paredes de un rincón que parece romántico y algo fugaz. Sin embargo, me detengo un segundo y me digo a mi misma que me siento feliz de estar aquí.

Por años pensé que no lo soportaría, no obstante, enfrentarme a mi misma ha sido el reto más grande. Enfrentar a mis demonios y convencerlos de que no boicoteen mis acciones ni mis decisiones por más humildes y tontas que parezcan.

De momento, pienso en regresar a terapia pero confirmo que sólo es el significado de necesitar hablar con alguien. Creo (y espero no equivocarme) que mis demonios ya están tranquilos y que suelen solamente necesitar una fuerte dosis de cualquier droga para no tener que mandarlos a terapia.

Se acercan fechas y momentos importantes, fechas en las que pondré realmente a prueba mi capacidad de adaptación. En un año la enfermedad empañó la Navidad, en otro una separación, sólo espero que esta vez no sea la soledad.

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